TEMA DE CONVERSACIÓN
25 de septiembre de 2025
La seguridad eterna que tenemos en Cristo

Por el pastor Alan Fleitas
Una de las preguntas que con más frecuencia escucho entre hermanos en la fe es: “¿Cómo puedo estar seguro de mi salvación?”. Es una inquietud que nace de la batalla espiritual, de los altibajos emocionales o simplemente de no haber profundizado lo suficiente en lo que la Palabra de Dios nos dice al respecto.
En Romanos 8:38-39, el apóstol Pablo nos entrega una verdad que debería llenarnos de completa confianza: “Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo porvenir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús, nuestro Señor.”
¿te pusiste a pensar los que significa ? Si nada nos puede separar del amor de Cristo, entonces nuestra salvación no depende de nuestros altos y bajos, sino de la fidelidad de Dios. Él no nos salva para luego abandonarnos.
Lo que Dios hace en nosotros es eterno. Sin embargo, muchos creyentes viven como si su salvación estuviera en juego constantemente. Se olvidan de que, al aceptar a Cristo en el corazón, fuimos sellados por el Espíritu Santo de la promesa (Efesios 1:13). Es un sello divino, no un sentimiento pasajero.
También nos pasa que, aunque celebramos el perdón de los pecados a veces nos quedamos estancados en esa etapa inicial. No avanzamos hacia el conocimiento profundo de lo que implica ser hijos de Dios.
Como dice Romanos 6:1-2: “¿Qué diremos, entonces? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? ¡De ninguna manera! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo podemos seguir viviendo en él?” Dios no solo nos perdonó; nos dio vida eterna. Y esa vida está en Su Hijo. Como escribió Juan: “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Juan 5:11-12).
Si Él mismo nos ha dado vida eterna y estamos en Cristo, ¿por qué dudamos? La pregunta que tenemos que hacernos no es “¿He sido lo suficientemente bueno?”, sino “¿He recibido realmente a Jesús en mi corazón?”. Si Él ya entró en tu vida, tu salvación está segura. No por tus méritos, sino por Su gracia.
Reflexionemos hoy: si aún hay inseguridad, quizás sea el momento de invitar a Cristo no solo como Salvador, sino como Señor de todo nuestro ser. Que esta verdad nos lleve a vivir en libertad, gratitud y plena confianza en Aquel que comenzó en nosotros la buena obra, y la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús (Filipenses 1:6).
Bendiciones.
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