Mientras el 2024 se desvanecía, Colombia fue sacudida por un acto atroz: el asesinato de la familia pastoral #LoraRincón. Un hecho que revive recuerdos oscuros de la violencia de los carteles, pero que también nos invita a detenernos y #reflexionar profundamente.
La muerte de esta familia no es en vano. Como en los tiempos antiguos, los #mártires no solo son testigos de su fe, sino semillas que provocan movimientos de transformación espiritual. Este doloroso episodio debe ser visto como un llamado urgente para la iglesia y la sociedad entera.
La iglesia debe recordar que su misión es ser luz en medio de las tinieblas. En momentos de violencia y pérdida, debemos alzar nuestra voz, no con odio, sino con clamor por justicia y paz. No podemos permanecer indiferentes cuando vidas inocentes son arrebatadas.
Este es un tiempo para la unidad. Los tiempos difíciles no deben dividirnos, sino impulsarnos a orar juntos, a actuar juntos, a llevar el mensaje de esperanza más allá de las paredes de nuestras congregaciones. En cada rincón de Colombia, donde el dolor y el temor parecen reinar, la iglesia debe recordar que nuestro #Redentorvive, y su luz no puede ser apagada.
Aunque el futuro es incierto, sabemos que Dios usa incluso las tragedias para su propósito. Tal vez este será el inicio de un avivamiento, un despertar de la fe que transforme corazones y comunidades. Que la memoria de la familia #LoraRincón sea un testimonio de valentía, amor y fidelidad, y que inspire a cada creyente a vivir con la misma entrega.
Que este hecho nos motive a abrazar con más fuerza nuestra fe y nuestra misión. Porque, como dijo Job, “Yo sé que mi Redentor vive”, y en Él hallamos consuelo, fortaleza y esperanza, incluso en los días más oscuros.
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