La Universidad de Baylor, en Waco, Texas, se ha convertido en epicentro de este movimiento, donde miles de jóvenes dedicaron 72 horas ininterrumpidas a clamar por un avivamiento que renueve no solo su campus, sino sus propias vidas. Desde 2019, el espacio conocido como FM72 (Fountain Mall 72) alberga esta experiencia única bajo una carpa blanca que se ilumina como faro de esperanza. Durante tres días, el silencio se mezcla con alabanzas y oraciones, mientras los estudiantes buscan conectar con “el corazón de Dios”. Aunque la carpa se amplía año tras año y los asistentes multiplican, el núcleo de este encuentro mantiene su autenticidad: hambre espiritual y unidad inquebrantable. El movimiento trasciende números y logística, encarnando un anhelo colectivo por trascender lo superficial hasta lo superficial. Del 30 de marzo al 2 de abril, unos 3.000 jóvenes colmaron la carpa de FM72 en Baylor, iniciando el evento con adoración y un mensaje contundente de Lisa Koons: “Su misión principal no son cien cosas, sino una. Domínenla y todo fluirá con propósito”. Noche tras noche, bajo un dosel de 10.000 pies cuadrados, los estudiantes celebraron decisiones de fe y victorias espirituales en comunidad. Al finalizar, 35 vidas se entregaron a Dios, marcando el punto culminante con bautismos que simbolizaron renacimiento y compromiso colectivo Más que números, el evento evidenció hambre espiritual y unidad generacional. Cada conversión y bautismo reflejó un llamado respondido: priorizar lo esencial para vivir con audacia para Cristo. El movimiento FM72 hunde sus raíces en 1945, cuando estudiantes de Baylor oraron sin pausa durante 90 días por un avivamiento que trascendió fronteras, impactando Texas, el sur estadounidense e incluso Hawái. Este despertar histórico sembró ministerios clave como el programa misionero Journeyman y la Conferencia Passion, según registros del evento. A pesar de las décadas, la llama del fervor espiritual permanece intacta. Ramsey, organizador del evento, destaca que la claridad sobre la fe como “elemento vital” —no solo práctica piadosa— que caracterizó a la generación de 1945, sigue siendo faro para las nuevas camadas.