JESÚS:EL CAMINO LA VERDAD Y LA VIDA
En el Evangelio de Juan, Jesús pronuncia unas palabras que resuenan con una profundidad única: "Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí" (Juan 14:6). Esta declaración no es solo una afirmación , sino un faro de esperanza y claridad en un mundo lleno de incertidumbre y caminos divergentes.
En una sociedad que nos ofrece múltiples rutas hacia el éxito, la felicidad o la plenitud, Jesús se presenta como el único sendero seguro. No es un camino de reglas frías, sino de relación y transformación. Seguir a Cristo implica confiar en su dirección, incluso cuando el terreno parece oscuro. Él no solo muestra el camino; Él es el camino. Su vida, enseñanzas y sacrificio se convierten en el modelo que da sentido a nuestra existencia.
En una era donde la verdad parece relativa y manipulable, sus palabras son un ancla inquebrantable. Su amor, justicia y fidelidad revelan la esencia misma de Dios. Frente a las mentiras del mundo—que prometen felicidad en el poder, el placer o las posesiones—Jesús nos recuerda que la auténtica libertad está en conocer y vivir conforme a la verdad divina (Juan 8:32).
Más que existencia biológica, Él ofrece vida en abundancia (Juan 10:10). Una vida conectada con el Creador, llena de propósito y eternidad. En un mundo marcado por el vacío existencial, Jesús es la respuesta al anhelo más profundo del corazón humano.
Este versículo nos desafía a examinar: ¿En qué o en quién hemos depositado nuestra confianza? Jesús no es una opción entre muchas; es el fundamento indispensable. Al aceptarlo como camino, abrazamos su verdad y recibimos su vida. Hoy, como ayer, sus palabras siguen siendo una invitación a caminar con fe, aferrarnos a la verdad y abrirnos a la vida que solo Él puede dar.
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