Martes 30 de Septiembre de 2025

SAN LUIS

30 de septiembre de 2025

El Evangelio es Fácil: El Secreto de una Vida Nueva

“Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!” (2 Corintios 2:17 - NVI).

Este versículo es uno de los más contundentes y, a la vez, más difíciles de hacer realidad en nuestra experiencia diaria. Declara una verdad absoluta: en Cristo, nuestra vida vieja ya no existe. Sin embargo, muchos nos preguntamos: si soy una nueva creación, ¿por qué lucho con las mismas batallas de ayer? ¿Por qué la ansiedad, el rencor o los viejos hábitos parecen tan presentes?

La respuesta no está en esforzarnos más, sino en redirigir nuestro enfoque. La nueva vida no se hace realidad por pura fuerza de voluntad, sino cuando vivimos una vida genuinamente cristocéntrica. Es decir, cuando Cristo deja de ser un complemento en nuestra agenda y se convierte en el centro absoluto desde el cual miramos, pensamos y actuamos.

Siempre digo que el evangelio es fácil. Permítanme aclarar esto de inmediato. No me refiero a un evangelio liviano, barato, que ignore el costo del discipulado o la seriedad del pecado. Tampoco hablo de un evangelio condenador, que nos mantenga cargando cadenas que Cristo ya rompió.

Hablo de que el evangelio se vuelve "fácil" cuando entendemos que no se trata de una lista interminable de reglas a seguir, sino de una relación transformadora a cultivar. La clave que desbloquea esta realidad es la obediencia.

La obediencia: El camino que hace fácil el camino

La obediencia no es un pesado fardo religioso. Es el buen camino, el atajo celestial, para entender y poseer nuestra nueva identidad. Es el mecanismo práctico que demuestra que creemos lo que Dios dice de nosotros.

· ¿Te dice Dios que eres amado y perdonado? Obedece descansando en su gracia, no en tu desempeño.
· ¿Te llama a perdonar? Obedece perdonando, y descubrirás que la libertad que ganas es mayor que el dolor que soltaste.
· ¿Te invita a confiar en su provisión? Obedece dejando la ansiedad, y experimentarás una paz que sobrepasa todo entendimiento.

Cada acto de obediencia es un "sí" a nuestra nueva naturaleza en Cristo y un "no" a la vieja que ya fue crucificada. La obediencia no es lo que nos gana el amor de Dios; es la respuesta natural de quien se sabe amado y confía en la bondad del Padre.

Cuando obedecemos, no estamos siguiendo un manual frío; estamos siguiendo a una Persona. Y en ese seguir, cada paso nos reafirma: "Soy nuevo. Lo viejo pasó. Esta es la vida para la que fui creado".

Dejar de lado la vieja vida no es un proceso de auto-flagelación, sino de adhesión gozosa a lo nuevo que Cristo ya consumó. La obediencia es la puerta por la que caminamos para habitar la realidad que Él ya declaró.

El evangelio es fácil porque no descansa sobre nuestros hombros, sino sobre los de Aquel que lo cumplió todo. Nuestra parte es creerlo lo suficiente como para obedecer. Y en esa obediencia, sencilla y confiada, la nueva creación deja de ser un versículo en la Biblia y se convierte en el aire que respiramos.

Reflexión final: Hoy, en lugar de esforzarte por "ser nuevo", elige confiar y obedecer en una sola área. Verás cómo, en ese acto, la nueva vida fluirá con una facilidad que solo la gracia puede proveer.

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