El incidente ocurrió cuando más de una docena de agentes de la comisaría local y del Buró de Asuntos Étnicos y Religiosos entraron violentamente en el lugar de reunión. Sin previo aviso, interrumpieron el culto acusando a la congregación de llevar a cabo una «reunión ilegal». Los fieles, que se habían congregado para alabar a Dios y escuchar la predicación de la Palabra, vieron cómo su pastor era sacado del lugar y trasladado a dependencias policiales, donde permaneció retenido durante varias horas para ser interrogado antes de su liberación. Esta acción es un claro ejemplo de la hostilidad que enfrenta la iglesia china no registrada y que ha sido denunciada por la agencia China Aid.

La realidad de la iglesia china perseguida

Este arresto no fue un acto espontáneo. Días antes, las mismas autoridades se habían presentado para presionar al pastor Yang. La exigencia era clara: debía disolver la congregación independiente y unirse a la Iglesia de las Tres Autonomías, la única denominación protestante controlada y aprobada por el gobierno comunista. La negativa del pastor a someter la dirección de su comunidad a los dictados del Estado fue el detonante para la intervención del domingo. Para muchos líderes de la iglesia china subterránea, esta adhesión representa una renuncia a la autoridad de Jesucristo como única cabeza de la Iglesia.

La resistencia del pastor Yang se fundamenta en una convicción bíblica. Unirse al movimiento de las Tres Autonomías implicaría, para él y su congregación, aceptar la supervisión del gobierno en asuntos de doctrina, nombramiento de líderes y en el contenido de la predicación. Esto es visto como una interferencia inaceptable que desvía a la iglesia de su llamado a obedecer únicamente los mandatos de las Escrituras. Por esta razón, miles de creyentes eligen congregarse en la clandestinidad, asumiendo los riesgos que esto conlleva para mantener la pureza de su fe.

La operación de las autoridades no se limitó a la detención del pastor. Los funcionarios también procedieron a la confiscación de propiedades de la iglesia china, incluyendo Biblias, himnarios y otros materiales utilizados para el culto y la enseñanza. Este acto busca despojar a la comunidad de las herramientas esenciales para su vida espiritual, dificultando su capacidad para congregarse y perseverar en la fe.

Este suceso en Yueqing no es un caso aislado, sino que forma parte de una estrategia sistemática del gobierno para erradicar cualquier forma de cristianismo que no se someta a su control total. La valiente postura del pastor Yang y su congregación refleja la determinación de una gran parte de la iglesia china, que, a pesar de la creciente persecución, sigue firme en su compromiso de adorar a Dios conforme a su conciencia y a la sana doctrina, demostrando una fe que no se doblega ante la opresión.